La educación del siglo XXI exige la transformación digital de la escuela en organizaciones educativas digitalmente competentes para que, la educación dé respuesta a la realidad social en que vivimos, caracterizada por el uso generalizado de las tecnologías de información y comunicación en múltiples aspectos de la vida cotidiana, de manera que incluya un enfoque de la competencia digital más moderno y amplio, acorde con las recomendaciones europeas relativas a las competencias clave para el aprendizaje permanente.
Por ello las administraciones educativas deben diseñar y poner en práctica planes con medidas que permitan poner a disposición de los centros y de la comunidad educativa, tanto los recursos necesarios como el apoyo y el asesoramiento para el desarrollo profesional continuo. En definitiva, los sistemas educativos deben adoptar el lugar que les corresponde en el cambio digital a través de la innovación metodológica, la oferta de recursos digitales educativos de calidad y garantizando la equidad en el acceso a las tecnologías digitales, a la conectividad y al conocimiento.